Los acontecimientos que hemos vivido a lo largo de los dos últimos años han puesto de manifiesto la enorme fragilidad del actual modelo económico y sus múltiples interdependencias. Si bien la globalización ha aportado indudables beneficios para el progreso de las economías mundiales y grandes oportunidades de desarrollo, ha supuesto a su vez un incremento de la dependencia de terceros países para poder mantener la actividad de la mayoría de economías nacionales en Europa.
Eventos como el estallido de la pandemia de Covid-19 o la invasión rusa de Ucrania han puesto en jaque las cadenas de suministro globales, y asistimos a una escalada sin precedentes del precio de los combustibles fósiles que está propiciando una inflación que hacía décadas que no se registraba. Industrias como la electrónica o la automoción se han visto profundamente afectadas por graves problemas de abastecimiento y sobrecostes en las materias primas críticas y componentes y por un incremento del precio de la energía que de forma inevitable está repercutiendo en los costes de fabricación.
Por otra parte, si bien los 196 países y entidades firmantes del Acuerdo de París se comprometieron a limitar el calentamiento a un máximo de 2 grados centígrados, vinculados a las contribuciones determinadas a nivel nacional (Nationally Determined Contributions, NDC) que debían recoger sus acciones climáticas posteriores a 2020, los objetivos de lucha contra el cambio climático no están avanzando al ritmo necesario.
Según el último Circularity Gap Report 2021 elaborado por Circle Economy, las condiciones actuales si se sigue con un modelo productivo eminentemente lineal provocarán una brecha de emisiones de hasta 3,2 grados en este siglo. El diagnóstico por tanto es que resulta urgente complementar los NDC con el objetivo global de doblar la tasa de circularidad del modelo actual, pasando del 8,6% al 17%.
El cambio climático supone ya un problema de primer orden, que amenaza con efectos devastadores y que no se corregirá de forma natural. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, relativo a la acción en favor del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, presenta uno de los mayores retos para el mundo. Pero reducir las emisiones de CO2 y mitigar los efectos de este fenómeno precisan de un compromiso conjunto de toda la sociedad, con una visión a largo plazo más allá de 2030.
El cambio de modelo plantea numerosos retos, pero a su vez es la mejor oportunidad que tenemos para lograr la sostenibilidad ambiental y para reducir las desigualdades sociales en todo el mundo. Y ello no será posible sin un genuino cambio cultural que contemple una profunda transformación del modelo de producción y consumo lineal hacia una economía circular más eficiente en el uso de los recursos disponibles.
Uno de los factores clave es que los modelos industriales en Europa apuesten de forma decidida por reducir la dependencia de materias primas críticas, dada su escasez y la dependencia estratégica de terceros países. Para ello será necesario poner el foco en el ecodiseño entendido en sentido amplio, desde la conceptualización de los propios productos hasta la facilitación de la reparación y el reciclaje al final de su ciclo de vida útil, a fin de mantener los materiales el mayor tiempo posible en el ciclo productivo y evitando la necesidad de extraer nuevos recursos naturales finitos, cada vez más escasos y costosos.
Cabe señalar que recientemente la Comisión Europea ha propuesto nuevas normas para que la práctica totalidad de los bienes físicos comercializados en la Unión Europea sean más respetuosos con el medio ambiente. Para ello establece que deberán ser adaptados a la economía circular y eficientes desde el punto de vista de la energía en todo su ciclo de vida, desde su fase de diseño hasta su uso, reutilización y reciclaje.
En este mismo sentido, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución instando a la Comisión Europea a que impulse la legislación sobre un nuevo «derecho a reparar» para finales de este año 2022. La normativa deberá estar muy ligada a la prohibición de la obsolescencia programada, así como a la necesidad de hacer frente a la misma apostando por la economía circular, con el fin de favorecer la reutilización y un cambio en los hábitos de consumo que en definitiva redunden en una mayor protección del medio ambiente.
Esta transformación supone además una gran oportunidad para la creación de empleo. La International Labour Organization (ILO) estima que la nueva revolución laboral estará capitaneada por la economía circular, con un potencial para la creación de 24 millones de empleos a nivel mundial para el año 2030 y que tiene en los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) uno de los sectores con mayor potencial de crecimiento.
Por otra parte, estamos asistiendo a un auge de la incorporación de criterios de inversión socialmente responsable en las prácticas empresariales, ligando las acciones de empresas y entidades a la responsabilidad corporativa y la sostenibilidad. Y cada vez son más las organizaciones que tienen en cuenta estos criterios en su estrategia de negocio y en la cadena de suministro, pues son útiles para gestionar riesgos y obtener ventajas competitivas.
Desde mayo de 2021, España dispone de una Ley de Cambio Climático y Transición Energética, cuya meta es avanzar hacia la neutralidad de emisiones en 2050. La nueva norma se basa en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo 2050, con el objetivo de abordar la transición energética y que todo el sistema eléctrico se base en fuentes de energía renovable.
Y tampoco podemos dejar de mencionar la nueva Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que deroga la anterior Ley de Residuos y Suelos Contaminados de 2011 y que tiene como objetivo intensificar la lucha contra el cambio climático y la protección del medioambiente y la salud y seguir avanzando en la consecución de varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Debemos tomar conciencia colectiva, asumiendo una responsabilidad compartida por todos, de que la economía circular no es solo una gran oportunidad sino también un mandato ineludible si queremos transformar el actual modelo productivo en un modelo sostenible.
En sintonía con esta transformación del modelo económico que se está impulsando en Europa, y con las tendencias orientadas a generar sinergias en la gestión de residuos, hemos dado un importante paso adelante con la constitución de ECOTIC Entidad Administradora S.L. para la gestión de servicios medioambientales.
ECOTIC Entidad Administradora nos permitirá mejorar los servicios que ofrecemos a los productores de aparatos eléctricos y electrónicos y puntos de recogida, ofrecer nuevos servicios de recogida separada e impulsar nuevos proyectos orientados al desarrollo de la economía circular, que serán sin duda una fuente de valor añadido y de avances en el sentido que establece la Ley.
Asimismo, estaremos en posición de mejorar la eficiencia operativa, adecuar nuestro diseño organizativo a las necesidades derivadas de la gestión de la Responsabilidad Ampliada del Productor y potenciar las sinergias que serán fundamentales para alcanzar un modelo de economía circular más eficiente en el uso de los recursos disponibles.
Estamos convencidos de que las entidades y empresas del ámbito de la gestión de residuos estamos llamadas a ser protagonistas en este cambio de modelo que contribuya a alcanzar la sostenibilidad del medio ambiente y del sistema productivo. Pero, para ello, deberemos ser capaces de innovar, de anticiparnos a las necesidades y de dar respuesta a muchos nuevos retos.
Y en ECOTIC creemos firmemente que, trabajando juntos y estando alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y comprometidos para avanzar en el desarrollo de un nuevo modelo que anteponga la protección ambiental y el bienestar de las personas, tenemos ante nosotros la gran oportunidad de transformar el modelo económico que nos permita legar un futuro mejor a las generaciones venideras.